






Durante muchos años he estado escuchando muchos tópicos sobre Inglaterra y su cultura: que si son extremadamente educados, muy puntuales, que la comida deja mucho que desear, que el clima es horrible... Este verano, por fín, he cumplido uno de los sueños de mi vida: viajar a Inglaterra (estudio Traducción e Interpretación de Idiomas, especialidad inglés).
Pues bien, he de reconocer que la experiencia, en líneas generales fue buenísima. El clima ciertamente no le llega a la suela de los zapatos al de la España sureña. De las 3 semanas que estuve allí, una semana y media hizo un tiempo horrible (estamos hablando del mes de Julio) y la semana y media restante hizo una temperatura primaveral. Concretamente, yo estuve en Brighton y un par de días en Londres, y me llamó especialmente la atención que aunque hubiera sol e hiciera cierta calor, las calles no se veían tan iluminadas como aquí.
En cuanto a la comida, no es tan mala como dicen. Yo comí bastante bien, aunque bien es cierto que la comida no es tan sana como aquí, tampoco comen fast food todos los días, ni mucho menos.
Lo único que me estropeó de alguna manera la experiencia fue la gente de allí. Me hace especial gracia cuando los ingleses nos acusan de racistas, me parece una actitud bastante hipócrita. Y digo esto, porque aunque realmente en Brighton había gente de todas las nacionalidades y razas, el trato no era igual para todos. Recuerdo que fui a un supermercado (bastante conocido allí, por cierto) con una amiga española y un amigo musulmán de Kuwait. Empezamos a echar en el carro una gran cantidad de comida y bebida porque estábamos preparando una fiesta, pero cuando llegó la hora de pagar, el dependiente nos dijo que como llevábamos bebidas alcohólicas le teníamos que enseñar el DNI. Justamente detrás de él había un cartel bien hermoso que decía que no se podía vender alcohol ni tabaco a menores de 18 años, pero como nosotros teníamos 20 y 25 años, pensamos que no habría ningún problema y lo enseñamos. El dependiente, al ver que todos éramos mayores de edad y no tenía excusa para no vendernos, nos dijo que no, que hacía falta que al menos alguno enseñara su carnet de conducir. Mi amiga, sin problemas, le enseñó el suyo y el muchacho, con cara de preocupación, nos volvió a decir que no podía vendernos, esta vez ya sin ningún tipo de excusas. Mi amiga y yo, echas un basilisco empezamos a enfrentarnos a él dándonos cuenta de cuál era el problema, pero mi amigo musulmán, apenado, nos apartó del dependiente y nos dio que no importaba, que ya le había pasado otras veces y que nos fuéramos a otro lado a comprar.
A mí, personalmente, me pareció una falta de respeto impresionante y una demostración de racismo que me dejó sin palabras. En pleno siglo XXI se niegan a venderle a un musulmán. Esos mismos ingleses que se quejan de que en España somos unos racistas. Y es verdad, tristemente, que hay mucho racismo aquí, pero mis amigos de Kuwait me contaron que, habiendo viajado por toda europa y por EEUU, donde "menos mal" les trataron fue en España.
Por otro lado, esa fama de educados que tienen me parece totalmente injustificada. Porque es verdad que son muy cuidadosos con lo que dicen y que todo lo dicen muy elegantemente, pero a mí de nada me sirve que me insultes con educación. Porque las indirectas que formulaban por esas boquitas eran capaces de dejar frío a cualquier español, eso sí, con mucha educación, ¿eh?. No me voy a parar aquí a contar las numerosas veces que me dejaron sin palabras con este tipo de cosas, pero sólo decir que la mayoría de las veces provenían de dependientes de tiendas, que se supone tienen que ser amables con sus clientes.
Por otro lado, también debo decir que me encontré con algunos ingleses encantadores (pocos), como mi madre de acogida y mis profesores, con los que llegué a sentirme en familia.
En resumen, vuelvo a decir que la experiencia fue maravillosa, pero no gracias a la "grandiosa amabilidad" de los ingleses. Puede que sean los peores anfitriones con los que me he encontrado en mucho tiempo. Nada que ver con los irlandeses, desde luego. ¡Saludos!
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